¿Cómo conservar las trufas frescas?

La mejor manera de degustar las trufas frescas es consumirlas rápidamente.

Para garantizar una calidad y una frescura óptimas, disponemos de un mínimo de 2 suministros de trufas por semana. Por lo tanto, no es necesario guardarlas demasiado tiempo en casa.

La trufa es un hongo viviente que despliega toda su gama de fragancias y sabores durante unos 10 a 15 días. Después de este tiempo, el hongo entra en una fase de lenta degradación.

Los aromas que contiene la trufa son muy volátiles, por lo que se aconseja conservar las trufas en un recipiente herméticamente cerrado.

También es importante que la trufa permanezca en lo seco, es decir, envuelta en un paño limpio o en una servilleta de papel absorbente y que se almacene en la nevera a una temperatura entre 2 y 5°C.

Atención a la utilización del arroz, que corrientemente se suele recomendar para conservar la trufa, ya que tiende a resecarla. Como este hongo se compone esencialmente de agua, perderá su lado suave y jugoso.

Congelación

Es posible congelar las trufas negras (de verano, otoño e invierno) sin que pierdan su sabor y aroma. Atención, no se recomienda congelar la trufa blanca de Alba puesto que pierde casi todo su aroma.

  • Congelar las trufas enteras; comprobar que estén limpias y colocarlas en una bolsa de congelación, de preferencia empacadas al vacío, de ser posible.
  • Congelar las trufas previamente cortadas en láminas o cubos: Colocar las láminas de trufas en papel antiadherente y guardarlas en el congelador. Una vez congeladas, colocarlas en un frasco cerrado en el congelador. Esta técnica permite utilizarlas según las necesidades a lo largo del año.

En resumen:

  1. Envuelva las trufas en papel absorbente (el cual tendrá que cambiar cada día),
  2. Colóquelas en un frasco hermético.
  3. Guárdelas en la nevera (entre 2 y 5°C).
  4. Y consumir en el plazo máximo de una semana después de la compra.